Ha pasado un año desde el inicio de la crisis sanitaria en Costa Rica y en el mundo. El coronavirus. Un año inestable y lleno de intriga en el que revelamos muchas verdades sobre nuestras necesidades como seres humanos, surge una nueva era al final del camino que ha cambiado el mundo.
Tras el dolor que causó toda esta crisis, el mundo empezó a transformarse, y las enseñanzas han sido contundentes; el mundo ha cambiado. Enumero las nuevas realidades de la era pospandémica como un ejercicio de concienciación:
El resurgimiento de una nueva era digital:
Lo digital ya estaba ahí, pero tras la crisis, nos hicimos más dependientes de los celulares, las tabletas y las computadoras. ¿Por qué? No podemos negar que todo es más sencillo, ágil e inmediato.
La posibilidad de trabajar en cualquier parte del mundo:
Estas herramientas de distancia provocan un distanciamiento físico del lugar donde vivimos, y las barreras del apego empiezan a romperse. Los entornos del teletrabajo son posibles. Viajar y conocer culturas diferentes a la nuestra es ahora posible con un trabajo que cabe en una maleta y un cable con conexión a Internet.
Desapego de las reuniones físicas:
El resurgimiento de plataformas como Zoom, TeamViewer y GoToMeeting, entre otras, abre un abanico de posibilidades que antes existían, pero que ahora son una nueva realidad tangible. El ahorro de recursos y tiempo acelera las relaciones de producción y la ejecución a través de plataformas online. Aunque no es algo nuevo, ya nos sentimos cómodos con ellos.
Aparece una «pericia» que antes no existía, y la comunicación y las herramientas están a distancia.
La ruptura de las tradiciones familiares:
Las redes sociales se han popularizado y masificado debido a la era masiva de información que ya estamos viviendo. Se trata de un cambio significativo. Nuestra forma de conocer el mundo ya no se traduce en una pantalla cuadrada de TV con 12 canales; nuestro medio de consumo de información contiene ahora millones de canales, con diferentes opiniones bajo distintas perspectivas, mentiras y realidades, pero una amplia selección para ejercitar nuestro pensamiento. En esta era de consumo digital masivo, el usuario pasa por una etapa de crisis de información que puede ser manipulada por el algoritmo de las plataformas de dependencia y hábitos de consumo. (Netflix; El dilema social) Sin embargo, puede evolucionar positivamente si animamos al algoritmo a comprometerse con contenidos de calidad que nos inspiren y faciliten el aprendizaje diario.Como consecuencia de la «crisis del confinamiento», cuarentenas obligatorias que nos causaron daños psicológicos y mentales, sale a despertar un nuevo amor por la naturaleza. Somos más conscientes de su belleza y de su capacidad para afectarnos emocionalmente con su presencia. Es un espíritu curativo que siempre ha existido y es un estímulo importante para muchos de nosotros.
La emigración de las ciudades
Con una gran conciencia de cómo queremos vivir nuestro futuro, la playa, la montaña y cualquier lugar capaz de abrir nuestro panorama visual son ahora más valiosos. Hay un cambio de mentalidad respecto a cómo queremos vivir, sobre todo después de que otros nos dicten cuándo debemos abandonar estos espacios tan agradables.
Un respiro y el bienestar:
Producto de la cuarentena, el mundo respira y el ritmo acelerado de la vida se ralentiza. La consecuencia es un acercamiento a nuestro lado espiritual. El bienestar, el yoga, la nutrición, el deporte y una vida sana marcan una moda y una tendencia a seguir por muchos. De ahí el resurgimiento de la popularidad de Tulum, una próspera ciudad turística, debido a su sentimiento de apego al entorno espiritualmente equilibrado y orgánicamente sensible.
La calidad del espacio de vida y de trabajo. Ahora más que nunca, la casa ha cambiado y se ha replanteado como catalizador de nuestro estilo de vida. El trabajo también, pero aparece un nuevo sector como es la población que trabaja en casa. Esta oficina en casa surge como propuesta de espacios con necesidades mixtas en un mismo lugar.
Las nuevas diferencias de clases sociales y la última crisis política.
Surge la desconexión de una parte de nuestra sociedad. Se define como una parte de nuestra sociedad que está en un proceso anticuado de nuevas formas de empleo. Uber y los taxis son el ejemplo más clásico. Hay una población que se extingue con el cambio, y sus fuentes de empleo seguirán siendo inestables durante un tiempo hasta quedar obsoletos.
El nuevo dinero espontáneo.
Algunos están en la nueva línea de la era digital; esos guerreros están muy expuestos a las críticas, pero si sus ideas son buenas, tienen las de ganar. Se han convertido en poderosos medios de información de masas con la capacidad de capitalizar un dinero nunca visto en tan poco tiempo. Esta nueva oportunidad para los que son pioneros, con una delgada línea entre el éxito y el fracaso.
La revalorización del ser humano.
El tiempo entre amigos y familiares contrarresta la frivolidad de tener menos contacto entre nosotros debido al uso constante de los medios digitales. Surgen nuevas familias y, con ellas, nuestras relaciones de amistad se abren a una comprensión más compleja y abierta de lo que significa vivir en familia. Compartir con los demás es un tiempo especial que queremos pasar bien con las personas adecuadas.